Río de Janeiro, martes 16 de agosto de 2016. Santiago Lange acaba de ganar su tercera medalla olímpica y la primera de oro a los 54 años después de una dramática Medal Race en la clase Nacra 17, con su compañera Cecilia Carranza Saroli. Pero ellos no lo saben.
El entrenador de ambos, Mateo Majdalani, hace cuentas y descubre que la dupla argentina se impuso por apenas un punto a la de Australia (Jason Waterhouse-Lisa Darmanin) y a la de Austria (Tanja Frank-Thomas Zajac) y abraza a los campeones. Es el momento cumbre de una de las grandes estrellas del yachting en Argentina. No sabe que aquella será su última medalla y menos aún se iba a imaginar que quien le pondría fin a su extenso y exitoso recorrido olímpico sería, en parte, aquel joven que le dio una de las mejores noticias de su vida.
El yachting es un deporte caro. Competir al alto nivel implica viajar por el mundo y eso significa invertir mucho dinero. El apoyo de la Federación Argentina de Yachting aliviana esos costos, pero para llegar a obtener esa ayuda económica se necesita demostrar con resultados. ¿Y cómo se llega a obtener esos resultados? Mayormente, lejos de Argentina: entrenando y compitiendo contra los mejores.